UNA HISTORIA DE ENCUENTROS, CANTOS Y TERRITORIOS
por Patricia Oliart (Universidad de Newcastle)
Hace ya varios años fui a visitar a mi querida amiga María Elizabeth Lucas a Porto Alegre, donde ella es profesora de antropología de la música en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. Tuve allí la ocasión de conocer a un excelente y motivado grupo de estudiantes suyos a quienes poco después volví a encontrar en una reunión de antropólogos en Montevideo. Allí escuché a Iván presentar su trabajo con las copleras de Amaicha del Valle, que ahora tiene la forma de este hermoso e inspirador libro.
El libro está dedicado a mujeres que cantan, (eso ya es en sí mismo un regalo) y que, con sus cantos y trajín, producen su territorio y su identidad atentas a su tiempo y a las relaciones e interpelaciones de su cada vez más complejo entorno. La escritura consistentemente reflexiva de Iván nos guía por las condiciones y posibilidades que nutrieron su etnografía y su interpretación sobre la práctica de las copleras. Iván realiza una revisión atenta y respetuosa de la producción académica anterior a la suya sobre la región y el canto coplero en el Norte de Argentina, y con modestia y creatividad presenta los aspectos innovadores de su trabajo de manera clara y enriquecedora. Los ineludibles temas de las diferencias culturales, generacionales y de género son discutidos de manera compleja y consistente a lo largo del texto, y su trabajo personal para abordar las posibilidades de la comunicación y la traducción de la experiencia etnográfica habita esas diferencias con comodidad y honestidad, para hacer del tema una oportunidad para la reflexión política de su quehacer.
Las herramientas teóricas van engastadas en un cuidadoso y elaborado marco conceptual que junta los saberes acumulados de la antropología de la música junto con la revisión crítica y activa de conceptos y debates recientes en las ciencias sociales. Y es así, con esa manera contemporánea y reflexiva de acercarse a las copleras, que el lugar central del libro lo ocupa el proceso de producir conocimiento en colaboración con ellas. Iván nos ofrece entonces, las teorizaciones de las copleras, su sensorialidad y el sentido de su práctica, en diálogo abierto y problematizado con su propio trabajo de interpretación y organización de sus registros etnográficos. Hay un acto político deliberado en el escuchar y escribir sobre estas prácticas teorizando con las copleras de Amaicha sobre las relaciones entre la emisión de la voz y el territorio, sobre la relación entre sus cuerpos, sus gargantas y su entorno, que incluye a otros seres, poniendo atención a los procesos de nombrar las cosas, para luego reflexionar sobre la relación entre corporalidad, territorio, expresión y representación.
A través de sus conversaciones sobre el canto, la observación etnográfica y el andar aprendemos a entender las maneras que tienen las copleras de nombrarse a sí mismas de acuerdo con su interacción o relacionamiento con otros pueblos, desde su propio sentir y entender. Iván hace el trabajo difícil de capturar la trama compleja de relaciones e interpelaciones de las que participan las copleras y de manera convincente nos lleva al terreno fundamental para el feminismo indígena contemporáneo que vincula políticamente los cuerpos de las mujeres indígenas con sus territorios. A través de la reconstrucción de las instancias y lugares en los que se canta, aprendemos también sobre el ser diaguita calchaquí como una identidad compleja, que debe negociar sus representaciones, visibilidad y reconocimiento con las formas en las que el estado clasifica y encuadra sus expresiones culturales, con equívocos y maltrato.
Ya llevamos algunas décadas cuestionando formas de hacer trabajo etnográfico en que la actividad de conocer formas distintas de estar en el mundo adquiere la forma de una “traducción” de una cultura a otra. Pero no es tan fácil integrar esa crítica en la práctica de la investigación, y menos aún, lograr que la escritura refleje de manera diáfana y compleja a la vez, cómo los procesos de coproducción del conocimiento tienen un efecto transformador, tanto en quien investiga, como en quienes reciben al investigador y deciden colaborar con él. La solvencia teórica y la honestidad intelectual de Iván hacen posible que ese proceso transformador quede registrado con mucha destreza y de manera didáctica y generosa haciendo de este ejercicio uno de los principales aportes del libro. Al reflexionar sobre los problemas de la traducción y la representación de forma abierta y transparente en el proceso de investigación y escritura, Iván nos deja ver cómo toma decisiones para su interpretación, poniendo atención a sus afectos y las formas en que la relación con las cantantes impacta en su pensar y su sentir. Solamente puedo agradecer esa poderosa y esperanzadora combinación de atención, presencia y generosidad en este libro.